La variante alfa (B.1.1.7) del coronavirus, detectada por primera vez en el Reino Unido en septiembre de 2020, ha evolucionado para producir más proteínas ‘antagónicas’, lo que le ha permitido evitar mejor el sistema inmunitario innato de los humanos, revela un estudio publicado esta semana en la revista científica Nature por un equipo de investigadores británicos y estadounidenses.
Según explican los científicos, la aparición de variantes preocupantes sugiere que el virus está adaptándose para impulsar su transmisión entre los humanos. No obstante, si bien la mayoría de los estudios se han centrado en los cambios de las espículas virales de estas variantes preocupantes, las mutaciones que no tienen que ver directamente con ellas también contribuyen a la adaptación del virus.
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