Las diferentes privaciones que sufren los palestinos desplazados en múltiples ocasiones dentro de la Franja de Gaza suman ahora un nuevo enemigo: los piojos, que se propagan entre los refugiados ante la falta de un artículo de uso cotidiano como el champú.
En la rueda de prensa diaria de la ONU, el portavoz de la Secretaría General, Stéphane Dujarric, citó al coordinador humanitario para el proceso de paz, Muhannad Hadi, quien ayer visitó Gaza y se reunió con un grupo de mujeres refugiadas.
Estas mujeres le relataron que muchos de los desplazados han recurrido a raparse el pelo para evitar así la epidemia de piojos, y se quejaron por otra parte de la falta de intimidad al tener que alojarse en lugares sobrepoblados, con el consiguiente aumento de tensión y la multiplicación de violencia de carácter sexual.
A todo esto se añade que los niños se van a dormir muchos días sin comer ni beber, pero los que más sufren son los que padecen alguna discapacidad y necesitan asistencia para cualquier actividad, según explicaron las mujeres a Hadi.
Además, el mismo enviado también describió lo que llamó “consecuencias de la ruptura del orden público y la seguridad”, que pudo ver al entrar y salir de Gaza: los pocos camiones que entran con ayuda -tras superar las trabas del Gobierno israelí- han sido atacados y tienen rotas las lunas o los espejos, y muchas veces son pasto del saqueo por grupos incontrolados.
La guerra de Gaza ha cumplido ya nueve meses, se ha cobrado la vida de 38 mil 200 palestinos y ha causado unos niveles de destrucción de infraestructuras y de desplazamiento humano sin parangón en las guerras de este siglo.
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