Restos de maderas residuales o echadas al desperdicio han sido transformados en bloques funcionales de materia más resistente que el acero o el titanio. Como suele suceder en este tipo de transformaciones logradas de manera científica, la magia está en el método.
El punto de partida fue la búsqueda de lograr que las maderas dañadas o residuales sean incorporadas a un círculo de reciclaje mucho más amplio que el actual.
Con esto en mente, científicos de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, desarrollaron un procedimiento para convertir esas maderas aparentemente inútiles, en un material que podría resultar sumamente atractivo, por ejemplo, en la industria de la construcción.
Ese proceso es llamado delignificación y tiene como objetivo disolver la lignina presente en la madera. La lignina es un polímero de naturaleza aromática con alto peso molecular. Al ser retirada de la madera, quedan expuestas nanofibras de celulosa que pueden ser ensambladas para formar nuevas estructuras a partir de ellas.
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