Sucedió una mañana de mayo. De pronto los rótulos ya no estaban. Cuando Hugo Mendoza se quiso dar cuenta era demasiado tarde. Esos gráficos de colores vivos que señalaban los puestos callejeros de tacos, tortas, quesadillas, jugos, habían desaparecido bajo capas de pintura blanca con el escudo de la alcaldía Cuauhtémoc. Y con ellos, una parte de la identidad de la Ciudad de México que ya no se podría salvar, dice Mendoza en el sofá de su casa en la colonia de Santa María de la Ribera. Entonces se desencadenó un encendido debate sobre el espacio público, el derecho a la ciudad y la cultura popular.
—Se perdió de un día para otro y ya no hay manera de recuperarlo.
Todo empezó con un comunicado y continuó con un video. A finales de abril, la alcaldía Cuauhtémoc informó en un documento de que empezaba una “jornada integral de mejoramiento del entorno urbano” destinada a que “los comerciantes en vía pública conserven siempre limpia su área de trabajo”. Fue una decisión unilateral. La traducción a la realidad fue la siguiente: los puestos callejeros, esa parte tan indispensable del paisaje urbano de Ciudad de México, fueron teñidos de blanco y marcados con el logo de la administración.
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