Les ha costado reconocerlo, pero las autoridades mexicanas ya hablan abiertamente de la presencia cada vez mayor del crimen organizado en Quintana Roo. El corazón del caribe mexicano acumula desde el año pasado una ristra de sucesos con la marca del narcotráfico: asesinatos a quemarropa, balaceras, cadáveres expuestos en la calle a modo de mensaje. Solo en Playa del Carmen, un pueblo pesquero convertido en ciudad-resort, van dos asesinatos con el mismo patrón en una semana. Destino de gran cantidad de turistas estadounidenses, las alarmas han saltado también para las autoridades de EE UU. El FBI ya ha tomado cartas en el asunto, según ha reconocido este viernes el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha pedido transparencia al embajador Ken Salazar.
El viernes pasado, dos turistas canadienses, fueron asesinados en un tiroteo en el hotel Xcaret, el famoso parque temático de la Rivera Maya mexicana, a la salida de Playa del Carmen. Cinco días después, este miércoles, el gerente de otro local, el Mamitas Beach Club, a menos de 15 minutos en coche, apareció en el baño del establecimiento con dos balazos en la cabeza. El fiscal del Estado, Oscar Montes de Oca, ha reconocido que se trata de hechos relacionados con el tráfico de drogas.
Los dos sucesos, que se añaden de una larga lista de crímenes durante el último año, han precipitado la intervención del FBI en la joya turística mexicana, con más de 12 millones de visitantes al año, siendo estadounidenses casi la mitad del total. “Acaba de participar el FBI en un asunto en Quintana Roo y estamos pidiendo al embajador de Estados Unidos que nos informe sobre esta participación. Si hubo informe, si hubo cooperación de conformidad con las normas”, apuntó este viernes López Obrador en su conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional.
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