La terapia con gusanos o larvas se conoce como biocirugía. Según el profesor Uwe Wollina, de la Clínica Municipal de Dresde, “existen las llamadas biobolsas, que parecen bolsitas de té. Las larvas están dentro. Esas biobolsas se colocan sobre la herida. Por lo general, son larvas de moscas verdes. Son fáciles de criar y pertenecen a la familia de los necrófagos. Se alimentan solo de tejido muerto y no del sano”. Con fines medicinales, se cultivan en condiciones estériles en el laboratorio.
Los diabéticos se benefician de la terapia con larvas
Este método se utiliza con mucho éxito en diabéticos, porque sufren a menudo de trastornos en el proceso de cicatrización de las heridas. “La terapia es adecuada para heridas crónicas, úlceras en piernas y pies de diabéticos, y también para pacientes con venas varicosas, donde pueden aparecer úlceras”, explica Wollina.
Si ciertas zonas no cicatrizan en absoluto, existe incluso el riesgo de que haya que amputar las extremidades. Los medicamentos también pueden controlar la necrosis con la ayuda de la biocirugía. El paciente puede desarrollar sepsis, lo que podría ser una amenaza para su propia vida. La terapia con larvas ayuda a prevenir una situación así.
La cría de las larvas debe ser estéril
La medicina aprovecha la capacidad natural de la larva de la mosca para descomponer el tejido muerto. Para ello, los animales liberan sus jugos digestivos en la herida, que luego toman como alimento.
“Durante ese tiempo, crecen desde desde alrededor de dos milímetros de largo hasta un centímetro y aumentan su peso cien veces”, explica Wollina. Las biobolsas permanecen sobre la herida entre tres y cinco días, y después se cambian. Alrededor del 80 al 90 por ciento del tejido muerto y las bacterias podrían eliminarse con este método, continúa el dermatólogo.
Las larvas, alternativa a los antibióticos
Las larvas no solo eliminan el tejido muerto, sino que también desinfectan las heridas, producen sustancias antibacterianas y excretan amoníaco, lo que eleva el nivel de PH.
“Además, las larvas pueden mejorar el flujo sanguíneo y la microcirculación”, dice Wollina. “Esto se aplica sobre todo a los capilares, las ramificaciones más finas de los vasos sanguíneos y linfáticos” añade.
La larvaterapia no es nueva
Desde el siglo XIV hasta finales del XIX, varios cirujanos realizaron experimentos con larvas para tratar heridas en soldados. Durante la Primera Guerra Mundial, un cirujano estadounidense descubrió que las heridas de los soldados se curaban mucho más rápido con larvas. Con el descubrimiento de la penicilina en 1928, dejaron de usarse larvas para tratar heridas.
Sin embargo, esta terapia es cada vez más importante: “Los problemas con la resistencia a los antibióticos comenzaron en la década de 1980, y fue entonces cuando volvió a aplicarse la terapia con larvas”, dice Wollina.
Además de usarse en Alemania, se aplica en EE. UU., Suecia, Suiza y Tailandia. El problema para su uso en algunos países pobres, como en los de África, es que las instalaciones de producción de larvas tendrían que crearse localmente, lo que resulta muy caro, según Wollina.
Injerto de piel, último paso
Una vez que las larvas han limpiado la herida y la han liberado del tejido enfermo, hay que acelerar su curación con un injerto de piel en el área afectada. El trasplante tiene un grosor de alrededor de 0,2 a 0,3 milímetros, y la piel se suele tomar del muslo. Se trata de una operación fácil y con anestesia local.
La herida sana con rapidez, solo tarda en curarse unas dos semanas. Sin la terapia de larvas, el proceso de curación podría tardar mucho más tiempo.
Nota Tomada de:
https://www.dw.com/es/heridas-cr%C3%B3nicas-la-larvaterapia-acelera-la-cicatrizaci%C3%B3n/a-64691974
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