Más de 260.000 personas murieron de hambre en Somalia en 2011, una crisis anunciada ante la que el mundo cerró los ojos hasta que ya era tarde. De ellas, 130.000 eran niños menores de cinco años. Tras la tragedia, la comunidad internacional profirió un “nunca más” y prometió atajar antes este tipo de crisis, una promesa que se ha revelado vana, de acuerdo con un informe difundido este miércoles por Oxfam Intermón y Save the Children. Estas organizaciones denuncian que, como entonces, una hambruna masiva asola de nuevo el Cuerno de África. Calculan que el hambre en Somalia, Kenia y Etiopía podría estar cobrándose ya una vida cada 48 segundos ante la “inacción” de una comunidad internacional que está respondiendo “demasiado tarde y con demasiado poco” a este drama en ciernes.
La peor sequía en la región en 40 años, la covid-19 y el aumento del precio de los alimentos provocado por la guerra de Ucrania han dejado a casi medio millón de personas de Somalia y Etiopía “en condiciones cercanas a la hambruna”. Como en 2011, el precio más alto lo pagarán las mujeres y los niños, detalla este texto de 39 páginas, titulado Dangerous Delay: the cost on inaction (Un retraso peligroso: el precio de la inacción), elaborado por las dos ONG en colaboración con el Observatorio de Seguridad Alimentaria Jameel, de Nairobi. El documento recoge predicciones de Naciones Unidas que estiman que hasta 350.000 niños somalíes podrían morir antes del verano si los Gobiernos y los donantes “no abordan de inmediato” esta situación. Desde el año pasado, el número de personas en riesgo de inanición en Somalia, Kenia y Etiopía se ha duplicado con creces, alerta el informe. Si en 2021 unos diez millones de personas pasaban hambre en estos Estados, ahora son 23 millones.
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