Las cifras son de escándalo y demuestran, nuevamente, lo inútil que ha sido la estrategia federal encabezada por la Sedena y Semar en Sonora; en el periodo 2019 – 2022 hubo 6 mil 814 homicidios
Ciudad de Obregón, Sonora.- De acuerdo con las cifras actualizadas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Sonora fue el séptimo Estado con más homicidios dolosos en el país durante 2022. Con un total de 1759 casos, la entidad es a su vez el quinto con peor tasa de asesinatos por cada 100 mil habitantes con una de 58.8, más del doble de la tasa promedio nacional que quedó en tan solo 25.9.
Dicha tasa es muy elevada porque Sonora es uno de los territorios menos densamente poblados, pero a la vez de los más violentos. Cabe mencionar que las cifras del Instituto las ofrece tras contabilizar y cotejar actas de defunción, lo que permite tener mayores certezas en cada caso.
De los citados mil 759 homicidios, las actas oficiales revelan que el 52.78 por ciento fueron a través de un arma de fuego, el segundo peor porcentaje a nivel país; de hecho, entre pistolas, rifles y ahogamientos (asfixia aplicada), están el 61.1 por ciento de los casos.
Los asesinatos superan con claridad a las muertes por accidentes (1250), en otro dato que detalla la crisis de seguridad que ya el mismo Inegi describió mediante la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU).
Si se le quiere ver el lado positivo a los resultados, está el hecho de que en comparación con 2021, los homicidios en Sonora disminuyeron 15.79 por ciento; dicho año fue el más violento en la historia de la entidad con más de dos mil asesinatos. El detalle está en que, comparado con 2020, el año pasado tuvo 11.1 por ciento más homicidios, y con 2019 el incremento alcanza el 27 por ciento.
Fracaso
El análisis de México Unido Contra la Delincuencia no es alentador, pues considera que los resultados están basados en unas políticas de seguridad no focalizadas ni personalizadas de acuerdo al contexto de cada territorio.
En el caso de cada entidad es necesario evaluar la efectividad real de las políticas de seguridad actuales, tendientes a la militarización, pues lo que se requiere, sin duda, son políticas de seguridad ciudadana que prioricen la prevención del delito, así como su adecuada investigación, persecución y sanción; en las que se priorice el bienestar de las personas y sus comunidades, así como el adecuado funcionamiento de las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia", se lee en el documento enviado a la prensa.
Al respecto, varios investigadores señalan que la estrategia federal no sólo ha fracasado, sino que en muchos casos ha derivado en picos de violencia en varias entidades. “La estrategia implementada es una que busca solamente perpetuar la presencia militar, pero ya no nada más en la seguridad pública, sino en toda la vida pública”, explica Jonathan de Vicente.
La política de seguridad impulsada por el presidente López Obrador ha fracasado rotundamente, pues la militarización no ha hecho más que impactar negativamente en los territorios con problemas. Ninguno de los estados cuya estrategia de seguridad está en manos de los militares realmente se ha pacificado", añade Andrés Sumano.
Imparable
Conforme a las cifras del Inegi se puede confirmar que mientras de 2007, primer año en que Felipe Calderón inició la guerra en contra del crimen organizado, a 2018, último del sexenio de Enrique Peña Nieto fueron asesinados en Sonora 7 mil 324 personas, del 1 de enero del 2019 al 31 de diciembre de 2022 la cantidad llega a los 6 mil 814.
Es decir, en los últimos cuatro años completos sólo ocurrieron 510 asesinatos menos que en los doce anteriores; si le sumáramos los de 2023, que el Observatorio Sonora por la Seguridad cifra en 1 mil 052 al 31 de septiembre, se supera con creces.
En resumen, si en doce años 2006 se promedió 1.67 casos diarios, en los cuatro años de gobierno completos de Andrés Manuel López Obrador la cantidad al día de asesinatos alcanza un escandaloso 4.66. Esto significa que cada cinco horas alguien en Sonora pierde la vida a manos de otro, en el epítome más claro de un fracaso rotundo.
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