Investigadores australianos proponen que hurgarse la nariz podría aumentar el riesgo de Alzheimer, al facilitar la entrada de patógenos al cerebro.
Investigaciones recientes han arrojado luz sobre una posible conexión entre hurgarse la nariz y el aumento del riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, un hallazgo que, aunque inicialmente pueda parecer sorprendente, se sustenta en evidencias científicas cada vez más robustas. Esta hipótesis, propuesta por un equipo de investigadores de la Universidad de Western Sydney (Australia), sugiere que este hábito aparentemente inocuo podría tener consecuencias nefastas para nuestro cerebro.
Ruta directa a la neuroinflamación
La idea central detrás de esta relación es que al introducir los dedos en la nariz, patógenos como bacterias y virus encuentran una ruta directa hacia el sistema nervioso central a través del sistema olfativo, ubicado en la cavidad nasal y conectado directamente con áreas del cerebro afectadas por el Alzheimer, como el hipocampo. Este proceso podría desencadenar o acelerar la neuroinflamación, un factor implicado en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer.
Un estudio publicado en la revista Biomolecules detalla cómo la rinotillexomanía, término técnico para referirse al acto de hurgarse la nariz, podría comprometer la barrera defensiva que constituye el microbioma nasal, facilitando así la entrada de patógenos al cerebro. Esta intrusión podría no solo incrementar el riesgo de infecciones, como se ha visto en el caso del COVID-19, sino también potenciar el desarrollo de procesos neuroinflamatorios vinculados al Alzheimer.
La investigación ha revelado que patógenos específicos pueden viajar desde la nariz hasta el cerebro, induciendo cambios genéticos y proteicos similares a los observados en pacientes de Alzheimer y demencia. Estos hallazgos sugieren que la acumulación de daños provocados por estos agentes a lo largo del tiempo podría ser un factor contribuyente en la enfermedad.
Estudios anteriores
A pesar de que la relación entre hurgarse la nariz y el Alzheimer fue mencionada por primera vez en un estudio de 1992, no fue hasta décadas después que la evidencia comenzó a acumularse, destacando el papel de la intrusión de patógenos a través del nervio olfativo en la neuroinflamación y la acumulación de péptidos amiloides, marcadores claves de la enfermedad.
En 2022, otra investigación vinculó la práctica de hurgarse la nariz con la enfermedad de Alzheimer, enfocándose en esta ocasión en estudios realizados con ratones. La investigación evidenció que las lesiones en el epitelio nasal (tejido que forra la cavidad nasal) podrían elevar la probabilidad de infecciones, las cuales a su vez inducirían una reacción en el cerebro parecida a la detectada en individuos afectados por Alzheimer.
Si bien la investigación en este campo está lejos de ser concluyente, los indicios apuntan hacia una comprensión más profunda de cómo las prácticas de higiene, como una mejor limpieza de manos, podrían jugar un rol preventivo en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
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