Sin embargo, los resultados fueron sorprendentes. El cáncer desapareció en todos los pacientes y fue indetectable mediante examen físico, endoscopía, tomografía por emisión de positrones (escaneos PET, como se le conoce), así como resonancias magnéticas.
Luis A. Diaz Jr. del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, autor de un artículo publicado el domingo en la revista especializada New England Journal of Medicine que describe los resultados, patrocinados por la farmacéutica GlaxoSmithKline, dijo que no conocía ningún otro estudio en el que un tratamiento hubiera eliminado por completo el cáncer en todos los pacientes.
“Creo que es la primera vez que esto ocurre en la historia del cáncer”, dijo Díaz.
Alan P. Venook, especialista en cáncer colorrectal de la Universidad de California en San Francisco, que no participó en el estudio, dijo que también creía que era una primicia.
Una remisión absoluta en todos los pacientes es algo “inaudito”, dijo.
Estos pacientes con cáncer rectal tenían la opción de someterse a tratamientos extenuantes: quimioterapia, radioterapia y, en la mayoría de los casos, una intervención quirúrgica que podría alterar su vida y provocar disfunciones intestinales, urinarias y sexuales. Algunos necesitarían bolsas de colostomía.
Entraron en el estudio pensando que, cuando terminara, tendrían que someterse a esos procedimientos porque ninguno esperaba en realidad que sus tumores desaparecieran.
Pero se llevaron una sorpresa: no fue necesario ningún otro tratamiento.
“Hubo muchas lágrimas de felicidad”, recordó Andrea Cercek, oncóloga del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering y coautora del trabajo, que se presentó el domingo en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica.
Otra sorpresa, añadió Venook, fue que ninguno de los pacientes tuvo complicaciones clínicas significativas.
En promedio, uno de cada cinco pacientes tiene alguna reacción adversa a los medicamentos como el que tomaron los pacientes, dostarlimab, conocidos como inhibidores del punto de control. El medicamento se administró cada tres semanas durante seis meses y costó unos 11.000 dólares por dosis. Este medicamento expone a las células cancerosas, lo que permite al sistema inmunitario identificarlas y destruirlas.
Aunque la mayoría de las reacciones adversas se controlan con facilidad, entre el tres y el cinco por ciento de los pacientes que toman inhibidores de puntos de control presentan complicaciones más graves que, en algunos casos, provocan debilidad muscular y dificultad para tragar y masticar.
La ausencia de efectos secundarios significativos, dijo Venook, significa que “o bien no trataron a suficientes pacientes o que, de algún modo, estos tipos de cáncer son diferentes”.
En un editorial que acompaña al artículo, Hanna K. Sanoff, del Centro Oncológico Integral Lineberger de la Universidad de Carolina del Norte, que no participó en el estudio, lo calificó de “pequeño pero convincente”. Sin embargo, añadió que aún no está claro si los pacientes están curados.
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