En medio de la severa sequía que padece el noroeste del país desde hace más de 20 años, la ciudad de Hermosillo, Sonora, pasó de no poder hacer frente a la demanda de agua con la que hay en su cuenca, la del Río Sonora y recurrir a la del Valle del Yaqui, a generar estrés hídrico en esta última, a grado tal que, en junio del año pasado, estuvo a punto de no poder aportar la cantidad de líquido que le envía a través del Acueducto Independencia.
De acuerdo con Luis Alan Navarro, investigador de El Colegio de Sonora, si bien en Hermosillo “este año la libramos”, en al menos dos anteriores se ha estado en “riesgo inminente” de que no se pueda extraer el volumen de agua que año con año ha aportado el Valle del Yaqui durante los últimos nueve años desde la presa Plutarco Elías Calles (El Novillo), donde se conecta el acueducto que lleva el líquido a la capital del estado.
Recordó que el año pasado se padeció una situación de crisis porque, en junio, el nivel de llenado de la presa llegó a 23% y, cuando eso ocurrió, se habló de que sólo le quedaba agua para 13 días más, pues se requiere que la presa no baje de alrededor de 21% en su nivel de llenado para poder extraer el líquido.
La situación se salvó por una gestión del gobierno del estado con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que es la principal consumidora de agua del afluente, para que dejara de turbinar durante cierto periodo la central hidroeléctrica Plutarco Elías Calles, con el fin de que se pudiera disponer del agua suficiente para cumplir con la cuota destinada para la ciudad de Hermosillo.
El académico subrayó que, debido a la prolongada sequía, Hermosillo enfrenta hoy una situación de vulnerabilidad, porque apenas se está pudiendo cumplir con los volúmenes necesarios para hacer frente a la demanda de agua potable.
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