Al final, la broma eterna de Bill Murray (Wilmette, Illinois, 72 años) ha dejado de tener gracia. El cómico estadounidense, uno de los más famosos gracias a títulos como Los cazafantasmas, Atrapado en el tiempo y sus colaboraciones con Wes Anderson, sufrió la semana pasada una oleada de quejas de excompañeros de rodaje, que coincidieron con la publicación de su acuerdo con una asistente a la que acosó en el rodaje de su última película, Being Mortal, cuya producción se detuvo mientras se estudiaba la denuncia.
El parón llegó el 15 de abril, cuando una trabajadora (se mantiene su anonimato) denunció ese mismo día los tocamientos de Murray ante la productora del filme, Searchlight Pictures, actual filial de Disney. Tras investigarse a la semana siguiente los hechos, la empresa envió una carta a todos los miembros del equipo, que se cerraba así: “Después de revisar las circunstancias, se ha decidido que en este momento la producción no puede continuar”. La web Puck desveló el lunes 10 que Murray había pagado 100.000 dólares a una asistente de producción del equipo de Being Mortal, “mucho más joven” que él, en un acuerdo extrajudicial tras haberla intentado besar y ponerse a horcajadas sobre ella. El medio cita una fuente del rodaje que describió a su compañera como “horrorizada” porque las acciones del actor “eran completamente sexuales”.
En abril, un testigo del rodaje narraba en Page Six: “Puso un brazo alrededor de una mujer, le tocó el cabello, le tiró de la cola de caballo, pero siempre de una manera cómica. Es una fina línea y todo el mundo quiere a Bill, pero, aunque su conducta no sea ilegal, algunas mujeres se sintieron incómodas y él cruzó la línea”. En mayo, en una entrevista en la NBC, Murray se defendió: “Hubo una diferencia de opiniones con una mujer con la que estaba trabajando. Hice algo que yo consideraba gracioso y no se entendió así […]. El mundo es muy distinto a como era cuando yo era un niño. Ya sabes, lo que antes parecía divertido no tiene por qué resultar gracioso ahora. Las cosas cambian, así que es importante para mí aprender”. Cierto, Murray sigue comportándose como hace medio siglo, de chiste en chiste, hasta en el aspecto profesional: no tiene ni agente ni asistente, y para contactar con el actor o contratarlo, solo se puede acceder a él a través del contestador automático de su teléfono fijo.
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