Cada día 1.000 adolescentes mexicanas se quedan embarazadas. Son más de 350.000 al año. De esos, unos 9.000 ocurren en niñas menores de 14 años. Prevenir el embarazo temprano se ha convertido en uno de los grandes retos demográficos del país, que lanzó en 2015 la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente (ENAPEA) con unos objetivos claros para 2030: erradicar el embarazo infantil y reducir a la mitad la tasa entre las jóvenes de 15 a 19 años. Un desafío que, según las cifras y avances presentados el martes en un informe en el Colegio de México, se muestra inalcanzable. México se ha estancado como uno de los países del mundo con mayores cifras de estos embarazos. La pobreza y la falta de acceso de servicio de salud se identifican como los principales culpables.
Laura Flamand, investigadora del Colegio de México y una de las autoras del informe Embarazo temprano en México: panorama de estrategias públicas y análisis de la ENAPEA, ha pedido al público recordar cómo eran con 13 años: a qué jugaban, qué deportes les gustaban, qué tres palabras definirían lo que sentían entonces. ¿Seguiría siendo lo mismo si se hubieran convertido en madres a esa edad? El embarazo temprano va asociado con riesgos físicos para las adolescentes, menos oportunidades educativas, condiciones más precarias de empleo y salario, con una mayor dependencia y una mayor exposición a sufrir violencia de género, según recoge el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Ante esas consecuencias, el Gobierno mexicano ha convertido en una “prioridad” prevenir el embarazo adolescente, ha explicado Gabriela Rodríguez, secretaria de Conapo (Consejo Nacional de Población). “Nadie debería estar cuidando niños en la segunda década de vida. ¿Por qué? Porque es una barrera para el crecimiento de las mujeres, para la movilidad social”, ha dicho la funcionaria en la presentación del documento.
El informe del Colegio de México recoge cómo las madres adolescentes tuvieron tres veces menos oportunidades de tener un título universitario, en comparación con aquellas que pudieron postergar su maternidad. En la misma línea, el 75% de las mexicanas de 20 años sin hijos trabaja o estudia; en cambio, cuando las jóvenes de esa misma edad tienen niños a su cargo, solo un 40% estudia o tiene algún trabajo remunerado. “Estamos también perdiendo riqueza como país”, ha apuntado Flamand, que incide en la importancia de visibilizar “este problema público que tiene consecuencias muy graves individuales, pero también sociales e intergeneracionales”.
México, el país con mayor tasa de embarazos adolescentes de la OCDE
México es el país de la OCDE con mayor tasa de embarazos adolescentes, a nivel global, solo está superado por los países de Centroamérica y el África subsahariana. La tasa de fecundidad de adolescentes se sitúa en un 68 por cada 1.000 jóvenes de 15 a 19 años, según la Conapo. Dentro del país las cifras también varían: no es lo mismo Chiapas con 85 que Ciudad de México con 48. Pero en todos casos, reconoce la secretaria Rodríguez, “es una tasa alta”: “Queremos la tasa de Alemania que es de tres por cada 1.000 adolescentes”. En un marco por regiones, Europa tiene la tasa más baja con 11,6 jóvenes, seguida de América del Norte (15,8), y la situación escala hasta el 60,8 para Latinoamérica y Caribe. “Esta tasa es un clarísimo indicador de la pobreza de un país”, ha apuntado la secretaria de Conapo.
El informe del Colegio de México resalta cómo este problema no atraviesa a todas las mexicanas por igual. “Hay una relación estrecha y compleja entre este embarazo con la desigualdad y la violencia de género”, ha explicado Flamand. Es 5,1 veces más frecuente entre las mujeres pobres, 1,6 veces más probable entre las niñas indígenas y se da 1,7 veces más en las zonas rurales que en las ciudades. “El Gobierno garantiza el ejercicio de los derechos sexuales de manera desigual entre grupos y entre el territorio”, ha añadido la investigadora Vanesa Arvizu, que ha apuntado también como el acceso a los métodos anticonceptivos está estancado desde el año 2000.
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