Doris Weßels recuerda claramente el 2 de diciembre de 2022. Como profesora de informática empresarial en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Kiel, lleva años investigando las implicaciones de los modelos lingüísticos de la Inteligencia Artificial (IA) para la educación. Por eso, cuando se conectó a ChatGPT por primera vez, intuyó que era un “momento mágico”.
El chatbot ChatGPT fue lanzado el 30 de noviembre de 2022 por la empresa OpenAI, con sede en Silicon Valley y cofundada, entre otros, por Elon Musk. Cualquiera puede interactuar con este sofware de IA en línea. Basta con introducir preguntas o comandos en una ventana de chat, ChatGPT responde a (casi) todo, puede explicar, programar, argumentar.
Para Mike Sharples, GPT-3, precursor de ChatGPT, ya era uno de los pocos “grandes avances” que ha presenciado en sus 40 años de carrera como científico de IA. Pero el profesor británico de la Open University también afirma: “La GPT democratiza el plagio”. Ahora, los estudiantes sólo tienen que dar órdenes al programa para que les escriba textos en un lenguaje perfecto.
¿EsChatGPT una amenaza para la educación universitaria?
ChatGPT puede utilizarse para escribir textos académicos, por ejemplo. Mike Sharples ha hecho que la IA genere un artículo científico que, según él, “podría pasar una primera revisión profesional”. En internet se acumulan los relatos de alumnos y estudiantes que utilizan la IA para hacer sus deberes. Esto preocupa a Doris Weßels, cofundadora del centro de competencia virtual “Enseñanza y aprendizaje de la escritura con IA” de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Kiel. Según Weßels, las universidades alemanas corren el riesgo de quedarse rezagadas por la industria que desarrolla sistemas de IA cada vez más potentes, y por sus propios alumnos, que aprenden a utilizar esos programas cada vez más rápido que los profesores.
Cómo ayuda la IA a los estudiantes
Debarka Sengupta dirige el Centro Infosys de Inteligencia Artificial (CAI) en el Instituto Indraprastha de Tecnología de la Información (IIIT), de Nueva Delhi. “Todo el mundo en la India conoce ChatGPT”, dice. El profesor teme que el programa pueda crear adicción. Sin embargo, hasta ahora no se han recogido datos que respalden su opinión. Esto también se debe al poco tiempo transcurrido desde el lanzamiento de ChatGPT.
A pesar de sus aprensiones, Sengupta considera que ChatGPT es, en gran parte, positivo. La IA ayuda a sus alumnos, dice. Una de ellas es Bernadette Mathew, que para su doctorado en Biología está investigando el aumento del cáncer, lo que genera grandes cantidades de datos que hay que analizar. Para ello, tiene que programar, algo que nunca aprendió y que con ChatGPT puede hacer sin problemas.
Universidades y ChatGPT: el factor humano es clave
El psicolingüista canadiense Daniel Lametti, de la Universidad de Acadia, compara la importancia de la IA como ChatGPT para la escritura académica con la invención de la calculadora para las matemáticas.
Esto cambió radicalmente la enseñanza. Antes, a menudo sólo contaba el resultado final. De repente, ya no era sólo la solución lo decisivo, sino el camino hacia la solución. En el futuro, los ensayos académicos ya no podrán evaluarse en función de su forma final, sino de cómo los estudiantes mejoraron y complementaron un texto generado originalmente por la IA.
Lametti, como otros expertos, subraya que los textos de la IA no representan la realidad, sino simplemente el lenguaje con el que se alimentó al software. ChatGPT no entiende el significado de este lenguaje, es como un loro que escucha todas las conversaciones en el despacho de un profesor y, en un momento dado, empieza a pronunciar frases ingeniosas. Por eso, parte de lo que escribe ChatGPT es fácil de leer, pero completamente erróneo. Y eso hace que la corrección humana sea tan importante.
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