En enero de 2015, el papa Francisco protagonizó otra de sus salidas de protocolo al comentar, a bordo del avión papal, que la prohibición que pretende imponer la Iglesia católica contra los métodos anticonceptivos artificiales, como el preservativo o la píldora, no significaba “que para ser buenos católicos tenemos que reproducirnos como conejos”. Francisco dijo que la Iglesia promueve la “paternidad responsable” y relató, siempre a bordo del avión, que reprendió a una filipina que había quedado embarazada por octava vez, porque eso era “tentar a Dios”, lo que supone “una irresponsabilidad”.
Aunque solo han pasado siete años y medio desde esas declaraciones, la Iglesia católica -que sí apoya métodos anticonceptivos naturales, como la abstinencia durante el período fértil de la mujer- parece haberse dado cuenta de que el mundo y el Vaticano corren por carriles diferentes, y en el texto “Ética y teología de la vida. Escritura, tradición, desafíos prácticos” se abre a la posibilidad de que el uso de anticonceptivos no naturales sea atendible para los creyentes en determinadas circunstancias que “harían irresponsable” traer niños al mundo.
Esa reflexión surgió en un seminario convocado a fines de 2021 por la Pontificia Academia para la Vida, donde teólogos, filósofos y expertos de diversas disciplinas reflexionaron sobre distintos aspectos de la religión y la vida cotidiana. Recordemos que la postura eclesiástica sobre la anticoncepción data de 1968, cuando Pablo VI promulgó la encíclica Humanae Vitae, donde expresó sin dobles lecturas la eterna oposición de la Iglesia a los métodos contraceptivos.
Temas “controvertidos”
Vincenzo Paglia, obispo italiano encargado de editar el volumen con las reflexiones surgidas de la cita de expertos, dijo que “el papa Francisco fue informado de cada paso y alentó el proyecto”, cuya finalidad era “poner en diálogo opiniones diferentes sobre temas incluso controvertidos proponiendo muchos puntos de debate”. Entre los temas controvertidos para los religiosos están la procreación asistida, el aborto, la eutanasia y la anticoncepción.
Respecto al uso de anticonceptivos artificiales, los expertos reconocieron que existen “condiciones y circunstancias prácticas que harían irresponsable la elección de engendrar”, por lo que una pareja casada puede decidir recurrir “con una sabia elección” a técnicas anticonceptivas no naturales, “excluyendo obviamente las abortivas”.
Entre las opiniones relevantes de este seminario resalta la del arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo Mattasoglio, que aboga por una Iglesia que “no puede reducir el comportamiento de los creyentes a meras fórmulas normativas”, pues “no es saludable para la humanidad tener siempre una espada de Damocles amenazando con una condena cada vez que se incumplen las normas”.
Según la Sociedad Española de Contracepción, solo el 0,2 por ciento de las mujeres de ese país usa métodos naturales de anticoncepción, frente al 72,1 que usa métodos artificiales. “Garantizar que todas las personas tengan acceso a sus métodos anticonceptivos preferidos refuerza varios derechos humanos, incluidos el derecho a la vida y a la libertad; la libertad de opinión y expresión, y el derecho al trabajo y a la educación”, dice la Organización Mundial de la Salud en un reporte, donde cifra en 812 millones el número de mujeres que recurre, en el mundo, a sistemas de contracepción.
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