Sentir un bloqueo mental constante, ganas de rendirse —quizá hacerlo—, preferir hacer otra actividad, frustración, cansancio físico y emocional. A muchas personas les resuenan estas palabras en el cuerpo y tal vez en alguna parte intangible de su ser, y esos síntomas tienen un nombre: Síndrome de desgaste ocupacional, o simplemente burnout, una palabra inglesa que refiere a quemarse, consumirse, reducirse. Desde 2022 es ya un padecimiento laboral reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este año finalmente entró en vigor la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS, en la que se incluye al burnout, por lo que todos los países, entre ellos México, deberán considerarlo como un padecimiento laboral. En la actualización de 2019, el organismo lo introdujo en su listado de Problemas asociados con el empleo o el desempleo y es ahora, en una pandemia que encendió la llama para muchas personas, cuando oportunamente es reconocido.
México era uno de los países con más fatiga por estrés laboral desde antes de la covid-19, pues al menos 75% de las personas trabajadoras sufría esta condición, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Superaba los niveles de China (73%) o Estados Unidos (59%).
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